sábado, 23 de junio de 2012

¿Ignorancia politica?

Hace dos décadas se comenzó a gestar la crisis económica actual. A lo largo de este tiempo, políticos y banqueros han ignorado las señales de alarma y han desplegado un comportamiento maniaco, lanzándose al triunfalismo y a la hiperactividad. Esa cultura ha favorecido las condiciones para la crisis que comenzó en 2008.
El profesor Mark Stein, de la Escuela de Administración de la Universidad de Liecester, ha analizado las causas que desembocaron en la crisis crediticia de 2008. Para ello, ha aplicado las teorías del psicoanálisis a la dinámica de las organizaciones en un contexto que denomina de 'cultura manía'; esto es, que cumple las condiciones de las conductas maníacas (negación, omnipotencia, triunfalismo e hiperactividad).
Para Stein, la negación maniaca se refiere a que los responsables políticos y económicos "percibieron las señales que advertían del peligro, pero en lugar de rectificar, las tomaron como provocaciones para actuar de una forma alocada y asumir más riesgos", sostiene en su estudio, publicado por Sage Journals.
No obstante, insiste en que no toda la responsabilidad es de los políticos, sino que "la cultura de la sociedad occidental creó las condiciones adecuadas para que se produjese la crisis".
Aunque el profesor admite que "es aleccionador recordar el crack de 1929-1932, cuya sombra se ha alargado durante buena parte del siglo XX", señala el comienzo de la situación actual en la crisis que sacudió Japón en 1991. "La economía japonesa era un referente para los dirigentes occidentales de la posguerra, que intentaron seguir el ejemplo de Japón. Pero los excesos inmobiliarios en el país nipón pivotaron la crisis, algo que guarda un gran paralelismo con lo que ha sucedido después en Estados Unidos y otros estados occidentales".
Los dirigentes occidentales pensaron que ellos se salvarían de la burbuja inmobiliaria japonesa, y fueron más lejos al pretender demostrar su superioridad asumiendo grandes riesgos. "Esto es un claro ejemplo de conducta maniaca, ya que surge un sentimiento de invulnerabilidad. Así, Estados Unidos asumió un nivel de riesgo sin precedentes", insiste el profesor. "Se desmantelaron los sistemas de alerta y se crearon mitos tranquilizadores que favorecieron una cultura de riesgos".
Otra fecha clave es la debacle financiera de Asia de 1998, que provocó una reaccón triunfalista y llevó a asumir más riesgos y los bancos se lanzaron a operaciones especulativas. Según apunta Stein en su análisis, "esto fue una provación para Occidente, que tenía que demostrar que podría prosperar donde estas regiones habían fracasado".
Por último, con la caída del comunismo también desapareció el 'freno psicológico' a la cultura capitalista.
Aprender del pasado

Sin embargo, el profesor de Liecester (que ha sido premiado por su trabajo por la Academia Europea de Gestión) subraya que "aunque la crisis de 2008 nos sorprendió, no es la primera vez que un sistema económico y social se hunde en la manía y el triunfalismo. Ya sucedió en Atenas, en el siglo V aC, cuando su deseo de triunfar sobre Esparta llevó al desastre a la civilización ateniense". Por ello, "entendiendo el pasado podremos disminuir las consecuencias que situaciones similares puedan tener en el futuro".
Casi cuatro años después de que saltara la crisis, Mark Stein asegura que se mantienen muchas de las condiciones apuntadas en su estudio. "Esa conducta maníaca se mantiene aún y casi todos los líderes occidentales han actuado de esa forma", asegura a EXPANSION.com. "Precisamente, la crisis ha sido más aguda en los países en los que las conductas maniacas de sus líderes han sido más acentuadas".
En relación a España, Stein asegura que "no conocozco bien cómo han actuado sus dirigentes, pero encuentro muchas semejanzas entre el boom inmobiliario español y el de las hipotecas subprime de Estados Unidos".
No tiene una respuesta fácil para la pregunta de sí esa manía financiera es un mal crónico, pero sí afirma que la mejor forma para prevenir 'brotes maniacos' en el futuro es "la vigilancia constante. No bajar la guardia", e insiste en que "este es un problema mas cultural (de lo que la gente piensa) que de líderes individuales".

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