lunes, 4 de junio de 2012

Tres meses para salvar Europa

por Nuño Rodrigo

Comentaba el otro día que no veía un inminente rescate a España. Posible, sí. Inminente, no. Aunque los mercados asustan y la prima de riesgo es insostenible, España tiene algo más de margen de maniobra que  países rescatados anteriormente. Soros dijo este fin de semana que Europa tres meses. Es posible. El reloj no empezará a a correr el día 17: no se pueden hacer planes sin saber si Grecia seguirá en el euro o no. Aquí está el discurso
Coincido en los plazos. Si esto no se arregla este verano, va a ser muy difícil de arreglar, aunque a estas alturas ya no sé si es la última opción de supervivencia del euro. Una de las últimas, seguro. En estos días, y a la espera de las elecciones en Grecia, tocará perfilar la salida del agujero. Si en ocasiones anteriores los riesgos han estado en la deuda pública, hoy están más en la situación de la banca; no solo por las necesidades de España, sino porque a medida que la incertidumbre sobre el euro es mayor, también lo es el riesgo de un pánico bancario. 
No sabemos qué saldrá de la cumbre del día 22. Pero algo saldrá. Quizá la unión bancaria europea que podría ocuparse de garantizar depósitos, a la gestión de bancos insolventes y, eventualmente, a su recapitalización. O quizá una suerte de eurobonos. O un cambio que felixiblice las operaciones del ESM. O un "plan Marshall" para el Sur de Europa a través del Banco Europeo de Inversiones. Y, a cambio, nos apretarán las tuercas de lo lindo. Mi tesis, ya lo saben, es que España no pedirá el rescate a corto plazo. Pero, si hoy está intervenida de facto, mañana lo estará un más.  Hoy por hoy, solo el Banco Central Europeo es capaz de poner en marcha mecanismos de apoyo en el corto plazo. Cualquier otra decisión tiene que pasar por el pantanoso terreno de las aprobaciones de los parlamentos nacionales de los miembros de la Unión.
Sí, es un dèja-vu del año pasado. Recordemos que era julio de 2011 cuando, además de re-estrenarse este blog, Europa puso en marcha el segundo rescate griego. Sobre el papel, se aliviaba la carga de la deuda sobre Atenas con la participación del sector privado y, con la puesta en marcha del ESM, se sentaban las bases de un cortafuegos para evitar el contagio.
Todos sabemos lo que pasó después. Agosto fue una pesadilla, septiembre otra y hasta noviembre no se tomó ninguna medida eficaz: la aplicación de la barra libre de liquidez del BCE. Aquel verano el BCE se consumió en la división por la política de compras de deuda, parlamentarios de sitios como Eslovaquia obtenían su minuto de gloria amenazando con vetar el rescate griego y Berlusconi cambiaba de opinión cada dos días sobre los ajustes en Italia. Ah, y España cambió la Constitución para que los acreedores cobren antes que los pensionistas.
El mercado arrasó con todos los acuerdos de julio, y aquel caótico verano empezó este desastroso 2012. Yo pensaba entonces que era el punto de no retorno, el momento Lehman de la zona euro. Pero no. Quizá sea este año. Y quizá, solo quizá, los líderes europeos hayan aprendido algo de cómo funciona el mundo financiero. Aunque, si el año pasado estaban Merkel, Sarkozy, Berlusconi y Zapatero, con Trichet en el BCE, este año están Merkel, Hollande, Monti y Rajoy. Más Draghi. Lo que no ha cambiado es el Bundesbank, aún más alejado de la realidad y, por tanto, más duro de roer que Angela Merkel. Y por ahí puede descarrilar Europa. 
Pienso como Soros. Son tres meses. España tiene este tiempo para negociar las condiciones. La capitalización de la banca no es urgente y tanto el sector financiero como el Tesoro tienen liquidez. Ahora, si en tres meses seguimos como hoy, los mercados no van a dar otra oportunidad a Europa. Y no estaría mal que el Gobierno alemán leyese este informe de Fitch, que anticipa devaluaciones de la lira y la peseta devaluadas el 33%, y el franco francés un 20%. 

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