lunes, 23 de julio de 2012

Depósitos y pagarés son los reyes en época de turbulencias


El desierto de financiación, con pequeños oasis intermitentes, que atraviesa la banca desde la caída de Lehman Brothers (septiembre de 2008) ha colocado en una situación delicada a la banca.
Ante la dificultad de captar financiación en los mercados de capitales, bancos y cajas se han visto obligados a recurrir al ahorro minorista.
El particular, por su parte, se ha visto favorecido o perjudicado por la intensa comercialización de productos bancarios en los últimos años.
La venta de participaciones preferentes en la red constituye un caso claro de perjuicio para un buen número de inversores, que adquirieron los títulos de deuda perpetua sin conocer los riesgos que asumían.
Aunque en los últimos meses, las entidades han recomprado gran parte de sus emisiones, todavía quedan más de 5.000 millones en manos de pequeños inversores, que cotizan con descuentos importantes, de hasta el 70% en casos extremos. A ello se une que Bruselas impedirá que las entidades con ayudas públicas canjeen las preferentes al precio de compra.
La cara amable de la moneda es la elevada remuneración que han percibido muchos clientes, especialmente desde 2010, al colocar su dinero en imposiciones a plazo fijo. Con los tipos de interés oficiales en niveles mínimos históricos (0,75%), la banca ofrece depósitos con rendimientos que llegan a superar el 4% TAE para plazos de entre 6 y 12 meses. Es el caso de Bankinter, Oficinadirecta (Grupo Popular), CAM –integrada en Sabadell–, Banco Espirito Santo o Banco Finantia Sofinloc.
La necesidad de la banca por captar recursos desató hace dos años y medio, en plena reestructuración de la banca, una batalla por el pasivo que el anterior Ejecutivo trató de contener, penalizando la comercialización de superdepósitos. Para ello elevó las aportaciones de capital que las entidades tienen que destinar al Fondo de Garantía (FGD), instrumento que garantiza hasta 100.000 euros en el caso de que una entidad no pueda hacer frente a sus compromisos financieros.
Puesto que colocar depósitos es mucho más gravoso para las cuentas de resultados de una entidad que emitir títulos de deuda, las entidades intensificaron la venta de pagarés en la red a finales del año pasado.
En términos generales, la banca ofrece más interés por su deuda que por los depósitos. Pero el cliente suele inclinarse por estos últimos, que están respaldos por el Estado a través del FGD.
Ibercaja, Popular y Bankinter lideran el ránkig por rentabilidad de pagarés.
Conviene recordar que se trata de un producto garantizado por la solvencia del emisor, por lo que es importante controlar su ráting (calidad de su deuda).
Más allá de los pagarés, algunas entidades han utilizado otros productos de deuda para atraer pasivo. Sabadell, por ejemplo, ha emitido un total de 1.350 millones de euros de bonos para particulares. También Caixabank emitió en diciembre más de 5.000 millones en obligaciones subordinadas. Popular optó por deuda subordinada convertible en acciones, un instrumento con el que ha captado más de 2.000 millones.
Estos títulos cotizan en un mercado secundario y suelen ser ilíquidos, por lo que un inversor conservador debe de informarse bien sobre la idoneidad de contratarlos.
Fondos garantizados
Aunque la mayor parte de las entidades han dado prioridad al lanzamiento de productos para reforzar su balance, los fondos de inversión también tienen su espacio. Sin embargo, la fuerte aversión al riesgo provoca que los fondos garantizados (que aseguran una rentabilidad fija al vencimiento) sean los únicos productos con cierto tirón. El ahorrador debe tener en cuenta que si retira su dinero antes del plazo previsto podría percibir menos capital que el que invirtió. Uno de los últimos lanzamientos es BS Garantía Extra 14, que ofrece una rentabilidad mínima anual del 3,65%.

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