jueves, 19 de julio de 2012

La pobre subasta de España apunta a problemas


El contraste no podría ser más evidente. El día después de que Alemania emitiera bonos a dos años con una rentabilidad negativa, España pagó un 5,2% el jueves por deuda a dos años en una subasta que, en el mejor de los casos, fue floja.
Dado que Europa y España, aparentemente, confían en una estrategia de rescate que implique una compra limitada de bonos españoles para rebajar la rentabilidad, parece que nos espera otro verano candente en el mercado de deuda de la eurozona.
Es verdad que España recaudó 2.980 millones de euros en bonos a dos, cinco y siete años, cerca del objetivo máximo de 3.000 millones. La rentabilidad en las tres emisiones fue mucho más elevada que la de subastas anteriores, y las ratios de cobertura fueron más bajas –aunque esto se debe más a que el Tesoro español optó por colocar mayores cantidades de papel a dos y cinco años que a un descenso absoluto de la demanda–. Pero el aspecto más revelador es que los precios más bajos pagados en la subasta fueron muy inferiores a los que reflejaba la cotización del mercado durante la subasta, lo que sugiere que los compradores son claramente reticentes. Otro indicio más del bajo apetito es que los rendimientos subieron después de la venta, situándose de nuevo la rentabilidad del bono español a 10 años en el entorno del 7%.
¿Qué puede contener la subida de la rentabilidad de la deuda española? Es poco probable que los datos económicos sirvan de ayuda: el miércoles se conoció que prosiguen las fugas de depósitos bancarios, que los préstamos incobrables siguen aumentando y que el precio de la vivienda continúa cayendo. Las nuevas medidas de austeridad dañarán el crecimiento. El Fondo Monetario Internacional prevé ahora que España seguirá en recesión en 2013. El ráting crediticio del país es clave, ya que Moody's puede recortar la calificación de España a “bono basura” en los próximos dos meses, lo que provocaría más fugas mientras los inversores analizan si los bonos españoles podrían ser expulsados de los principales índices.
Esto sólo deja la intervención. Pero la capacidad de los fondos de rescate de la eurozona es limitada. Es verdad que, dado que el mercado de bonos españoles es pequeño, las compras limitadas podrían rebajar inicialmente la rentabilidad. Pero para que verdaderamente sea creíble, el respaldo tiene que ser realmente ilimitado –algo que Alemania y el Banco Central Europeo probablemente no acepten–.
Los bonos españoles están en tierra de nadie: presentan demasiado riesgo como para que los compren los inversores tradicionales en bonos gubernamentales, pero no ofrecen suficiente rentabilidad como para atraer a compradores como hedge fund o especialistas de mercados emergentes. Es probable que esta situación, en última instancia, se vuelva insostenible. España aún podría requerir más ayuda de la eurozona.

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